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Ha muerto un perro

Y ha sido una putada. Sobre todo para sus dueños, que lo querían. Las masas enfurecidas de las redes se han abalanzado sobre los cuellos de los responsables sanitarios del Estado y en concreto de aquellos que han desoído las opiniones de los más expertos. Los medios de todo el mundo se hicieron eco del anunciado sacrificio de la mascota de la enfermera contagiada por el Ébola en un hospital de Madrid. Tropecientas mil firmas censuraban el asesinato del pobre animal, que poca culpa tenía en todo esto, mientras los más entendidos defendían un análisis profundo de la respuesta del animal al contagio para obtener datos útiles en el tratamiento con humanos.
Una apabullante movilización para salvar un perro movida, en su gran mayoría, no tanto por intereses científicos, sino por la triste mirada de un perro condenado. Y eso, llámenme insensible, me da mucha vergüenza ajena.
Porque más allá de la responsabilidad que tenga el Gobierno por facilitar el primer contagio de Ébola en España (que la tiene, y mucha) y más allá del valor para la ciencia que pueda significar mantener vivo a Excalibur (por cierto, ese era su nombre), lo que ha enfurecido, movilizado, agitado y estremecido a la sociedad de este país es la muerte de un inocente perro. Su fatídico desenlace. La desaparición de la faz de la tierra de un pobre animal.
Y lo condeno. Por supuesto. Pero lo condeno porque mantenerlo vivo era la opción más lógica. Lo condeno porque es la primera víctima resultante del primer contagio de Ébola en España provocado por un gobierno incompetente. Pero permítanme que me dé vergüenza condenarlo simple y llanamente porque es un «perrito», cuando al otro lado del estrecho miles de «seres humanitos» están palmando infectados por el mismo virus que aquí, hoy, nos lleva de culo, y, que yo sepa, no leo cada día entre los Trending Topics de Twitter algo como #SalvenSierraLeona, #SOSLiberia o #ParemosElÉbola.
Mientras lloramos la muerte/el asesinato de un perro, dejemos que África se siga cubriendo de toda la mierda que pueda favorecer la propagación de cualquier virus. Total, están al otro lado de la verja…
Oh, espera…
Chapuza de reconocimiento

Este lunes es la fecha elegida para que el presunto pederasta de Ciudad Lineal, capturado tras una intensa búsqueda por la Policía Nacional, se someta a la rueda de reconocimiento pertinente para confirmar que realmente se trata del delincuente que aterrorizó a las madres y padres de Madrid durante una larga temporada. Todos hemos visto las suficientes películas para comprender cuál es el objetivo de una rueda de reconocimiento y su correcto funcionamiento. Unos cuantos candidatos revueltos entre el principal sospechoso y al otro lado del cristal la víctima intentando recordar los rasgos de su agresor.
«El tres. ¿Está segura? Sí, nunca olvidaré esa mirada (rompe a llorar)»
Pero por lo visto a nuestro querido Ministro del Interior le debió hacer falta ver algún que otro capítulo de Remington Steele, porque nada más detener al, repetimos, PRESUNTO pederasta, sacó pecho filtrando información sobre la identidad del detenido y, por tanto, regalando a los medios más sensacionalistas carnaza con la que cubrir las portadas de sus periódicos y las tertulias de sus programas matinales.
Una rueda de reconocimiento para detectar un rostro ya por todos conocido. Muy útil, sí señor.
«El tres. ¿Está segura? Sí, nunca me pierdo el programa de Ana Rosa»
El caso Gürtel, por partes

Toma bocetaco.
Pues sí, estos jueces estrella además saben vender su producto. A lo Coppola, Tarantino o Peter Jackson. Cuando un producto engancha al público mejor sacarle provecho y dividirlo en partes, por fascículos.
Lo que nos vamos a gastar en palomitas.
Por obligación

Los que deberíamos, por obligación y no por derecho, darle la patada, somos nosotros. Y no me refiero a chutar la pelota, precisamente.
Qué figura, madre…
Sin espacio para respirar
Con permiso de Schulz.
La noticia.
Oda a Anaya

Para los que todavía no se han enterado, hace unos pocos días Internet petó con la difusión incontrolada de las páginas de un libro de primaria de la editorial Anaya en la cual aparecían sendas biografías de los poetas españoles, escritas con un lenguaje acorde al joven alumnado pero que, por algún motivo, omitía, o más bien, maquillaba datos fundamentales sobre los trágicos desenlaces en las vidas de tan importantes personalidades de la cultura de nuestro país. [Noticia]
Sobre Don Federico se apuntaba que «murió cerca de su pueblo, durante la guerra en España», obviando las causas de su muerte y su ejecución por su condición de republicano y homosexual.
De Don Antonio, el libro de texto finalizaba su breve biografía añadiendo que «se fue a Francia con su familia» y «allí vivió hasta su muerte», como quien se va a París de vacaciones y decide quedarse porque pasear a orillas del Sena los domingos es una gozada, y haciendo caso omiso a la memoria histórica y con ella al forzado exilio del poeta sevillano que, muy lejos de vivir en Francia con su familia, murió tan sólo un mes después de pisar suelo galo, azotado por las penurias de la guerra y su indeseada huida.
Que no me vengan con que los niños de primaria no entienden qué es un «exilio» o en qué consiste un «fusilamiento», o que toda esa información es demasiado agresiva para sus inocentes mentes, porque muchos de ellos amanecen cada día en sus aulas con el cadáver de un profeta crucificado sobre la pizarra, igualmente asesinado por sus creencias a manos de regímenes totalitarios, y eso, por lo visto, no es tan complicado de explicar.

Un árbol por 100 pajas

¡Ye! ¡YEEEEE! Que si es por salvar la naturaleza y proteger el medioambiente, se hace. ¿Dónde hay que entrar? ¿En PORNHUB? ¿Eso qué es? ¿Una web de tetas? Bueeeeeno… vaaaaale… Pero un árbol sólo, ¿eh? A ver… espera, que este ya lo he visto, ¿cuenta? ¿o tengo que volver a verlo? [Noticia]
¿Ver un vídeo de la categoría GORDAS o PREGNANT cuenta por dos? Los de la categoría SHEMALE ya me imagino que sí… Joder, ¡si hasta las protagonistas cuentan por dos!
No sé yo, ¿eh? A ver si vamos a plantar un árbol por cada 100 vídeos vistos, pero vamos a matar otros dos fabricando Kleenex cada 100 pajas.
Vayan con cuidado con estas ideas tan rocambolescas, que yo voto sí a plantar un árbol sin necesidad de ver porno, y ya puestos, a echarle un ojo a la mona de Rebecca Linares sin necesidad de plantar un árbol.
Puta
Selfie de riesgo

No crean, el titular no tiene texto sobrante. «Muere al hacerse un selfie conduciendo mientras escuchaba la canción «Happy» de Pharrell Williams». [+ info]
¿Y bien? ¿Qué aprendemos de esta lección? ¿Que hacer cosas que están de moda al volante es perjudicial para la salud? No exactamente.
Hacer cosas que están de moda y ya cansan, como hacerse un selfie o escuchar la canción Happy de Pharrell Williams, al volante, puede causar la muerte.
Recuérdenlo. La Parca no ha encontrado mejor manera de decirnos «BASTA DE SELFIES, POR FAVOR».
Tengan cuidado en la carretera.
Putas sin género

En octubre de 2013 un militar español fue encarcelado como presunto autor de la muerte de una prostituta marroquí de 22 años en Melilla. (Esto ha sonado como la introducción del Equipo A). El crimen no fue tratado de la misma manera con la que se tratan los casos de violencia de género, lo que alertó a la oposición socialista, que clamó al cielo. [Fuente]
Y la verdad, no me pregunten ahora mismo (ni luego) cuál es la diferencia. Si se trata de algo estadístico o si incluye algún tipo de agravio añadido que pueda aumentar la condena del agresor… Lo curioso, y lo que me mantiene en vilo, es que si la víctima es una mujer, y el asesino un hombre, entonces…¿QUÉ COÑO ES LA VIOLENCIA DE GÉNERO?
La respuesta del Gobierno, y la argumentación por la cual este caso en concreto no fue clasificado como «violencia de género», se debe a que entre el agresor y la víctima «no existía lazo de afectividad». Vamos, que no se querían. Que no había amor. Que era puta, vaya. Que follaba por dinero y sin sentimientos. Y así lo estipula la propia Ley: «se entiende por violencia de género a los efectos de dicha norma la violencia que, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia». [Art. 1 Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género].
No importa si durante el acto sexual, al agresor, se le escapa un improvisado «oh sí, eres un ángel», mostrando una esporádica muestra de afectividad, aún sin convivencia. Sólo cuenta el amor de verdad, el de toda la vida, el de las hostias después del «sí, quiero». No importa que la víctima en cuestión esté siendo presa de una manifestación evidente de discriminación, hincando las rodillas sobre el barro, de desigualdad, incapaz de defenderse ante la agresividad de un imponente físico militar, ni tampoco importa que esté siendo sometida a una relación de poder del hombre sobre su figura desde el primer día en el que decidió ejercer la prostitución. No importa si no hay amor. Entonces la víctima deja de ser mujer. Abandona su género. Se convierte en una puta. Un simple y degenerada puta.
¿Y entonces? ¿No es acaso la prostitución, o al menos una parte de ella, un ejemplo de la más salvaje «violencia de género»? ¿De qué sirve una Ley que protege a las mujeres sobre la violencia derivada del dominio sexista del hombre si se excluye uno de los principales problemas del género femenino? No lo llamemos «violencia de género» entonces. Rebauticémosla como la «violencia romántica», la «violencia de los enamorados» o la «violencia acaramelada» y subrayémoslo de rosa fosfi.
Gilipolleces. La violencia de género tiene demasiadas formas más allá de un cenicero cruzando el salón del típico hogar español. Se plasma cada día sobre un contrato laboral, se oculta en el vocabulario al que ya nos hemos acostumbrado, se exhibe con regocijo en los lamentables espectáculos televisivos de máxima audiencia y, sobre todo, acecha entre la maleza de aquellas oscuras rotondas. E ignorarlo, es la más degenerada de las violencias.


