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El cadáver junto a Diana Quer
Unos cuántos cientos de días dan para mucho. Más aún para la prensa. Semanas de elucubraciones, teorías, morbo y tertulianos ganándose la paga por destripar la vida de una inocente muchacha.
Ni su familia, ni su hermana, ni algún novio, ni conocidos, ni el perro del vecino tuvieron nada que ver con su muerte, por mucho que alimentaran minutos y minutos en la televisión para mantener la adicción de otros tan culpables como los medios: el público sin el cual un circo no puede mantenerse en pie.
Un violador. Un asesino que se cruzó en su camino. Nada más. Tan simple y crudo. Sin adornos. Sin conspiraciones ni tramas que continúen después de la publicidad.
Hoy han encontrado otro cadáver junto al de Diana Quer. El de la prensa española.
Uno de los dos volverá a levantarse.
Día de la Hispanidad
Y más corrupción…
Y otro corrupto. Y otro. Y otro. Y otro…
El Rey también denuncia la fuga de cerebros
Ha muerto un perro
Y ha sido una putada. Sobre todo para sus dueños, que lo querían. Las masas enfurecidas de las redes se han abalanzado sobre los cuellos de los responsables sanitarios del Estado y en concreto de aquellos que han desoído las opiniones de los más expertos. Los medios de todo el mundo se hicieron eco del anunciado sacrificio de la mascota de la enfermera contagiada por el Ébola en un hospital de Madrid. Tropecientas mil firmas censuraban el asesinato del pobre animal, que poca culpa tenía en todo esto, mientras los más entendidos defendían un análisis profundo de la respuesta del animal al contagio para obtener datos útiles en el tratamiento con humanos.
Una apabullante movilización para salvar un perro movida, en su gran mayoría, no tanto por intereses científicos, sino por la triste mirada de un perro condenado. Y eso, llámenme insensible, me da mucha vergüenza ajena.
Porque más allá de la responsabilidad que tenga el Gobierno por facilitar el primer contagio de Ébola en España (que la tiene, y mucha) y más allá del valor para la ciencia que pueda significar mantener vivo a Excalibur (por cierto, ese era su nombre), lo que ha enfurecido, movilizado, agitado y estremecido a la sociedad de este país es la muerte de un inocente perro. Su fatídico desenlace. La desaparición de la faz de la tierra de un pobre animal.
Y lo condeno. Por supuesto. Pero lo condeno porque mantenerlo vivo era la opción más lógica. Lo condeno porque es la primera víctima resultante del primer contagio de Ébola en España provocado por un gobierno incompetente. Pero permítanme que me dé vergüenza condenarlo simple y llanamente porque es un «perrito», cuando al otro lado del estrecho miles de «seres humanitos» están palmando infectados por el mismo virus que aquí, hoy, nos lleva de culo, y, que yo sepa, no leo cada día entre los Trending Topics de Twitter algo como #SalvenSierraLeona, #SOSLiberia o #ParemosElÉbola.
Mientras lloramos la muerte/el asesinato de un perro, dejemos que África se siga cubriendo de toda la mierda que pueda favorecer la propagación de cualquier virus. Total, están al otro lado de la verja…
Oh, espera…
Chapuza de reconocimiento
Este lunes es la fecha elegida para que el presunto pederasta de Ciudad Lineal, capturado tras una intensa búsqueda por la Policía Nacional, se someta a la rueda de reconocimiento pertinente para confirmar que realmente se trata del delincuente que aterrorizó a las madres y padres de Madrid durante una larga temporada. Todos hemos visto las suficientes películas para comprender cuál es el objetivo de una rueda de reconocimiento y su correcto funcionamiento. Unos cuantos candidatos revueltos entre el principal sospechoso y al otro lado del cristal la víctima intentando recordar los rasgos de su agresor.
«El tres. ¿Está segura? Sí, nunca olvidaré esa mirada (rompe a llorar)»
Pero por lo visto a nuestro querido Ministro del Interior le debió hacer falta ver algún que otro capítulo de Remington Steele, porque nada más detener al, repetimos, PRESUNTO pederasta, sacó pecho filtrando información sobre la identidad del detenido y, por tanto, regalando a los medios más sensacionalistas carnaza con la que cubrir las portadas de sus periódicos y las tertulias de sus programas matinales.
Una rueda de reconocimiento para detectar un rostro ya por todos conocido. Muy útil, sí señor.
«El tres. ¿Está segura? Sí, nunca me pierdo el programa de Ana Rosa»
La justicia española no se meterá donde no le llaman
Con los votos en solitario del Partido Popular, y el rechazo total del resto de la oposición parlamentaria en bloque, el Congreso aprobó el pasado martes la reforma de la justicia universal, o lo que viene siendo la libertad de los jueces españoles para investigar delitos cometidos fuera del territorio nacional. [Lea, lea…]
Con esta medida no habrán más casos Pinochet, la justicia española no volverá a meterse «donde no le llaman». Cada palo aguantará su vela y que le den morcilla al cámara, asesinado en Irak, José Couso o a genocidios como los perpetrados en Tíbet. Que allí ya tienen una justicia para encargarse de esos asuntos… ¿O no?
El Gobierno del Partido Popular no quiere molestar manteniendo las mejores relaciones internacionales a costa de su ética, y cava todavía más hondo para convertir España en un insignificante país que cada día pinta menos. Porque oigan, ¿qué es más lucrativo para sus bolsillos? ¿Perseguir a los villanos o venderles armas?
Como consuelo me queda pensar que los jueces tendrán menos trabajo y con suerte harán como Batman, que impartir justicia, imparte… pero sin salir de Gotham, sólo a los villanos de casa.
Así os rebote en toda la cara.