El bosque

¿Recordáis «El Bosque«? Aquella película de Shyamalan… ¡Qué bien se debe de vivir en un lugar como ese ahora mismo!…

Parece ser que mientras en la antigüedad los mayas, o aztecas, o los dos, qué se yo, para mí son lo mismo… hacían sacrificios humanos para saciar el apetito de algún dios de nombre impronunciable (algo como Tzecachoclatl o algo parecido), en la actualidad, muchos siglos más tarde, hacemos lo propio pero en versión moderna (2.0, mire usted). Tan sólo hay que atender a los titulares de la prensa. Que si los mercados asfixian, que si nos acosan, que si amenazan, que si hay que calmarlos… ¿Calmarlos? ¿cómo?… pues con recortes sociales, los sacrificios de la nueva era, que viene a ser como poner a un plebeyo o esclavo encima de una tarima y rasgarle los intestinos para brindárselos a esos extraños seres que dicen llamarse… los Mercados. Pone los pelos de punta.

Y es que no me extrañaría que los niños tuvieran pesadillas después de escuchar, a la hora de comer, el telediario… Y ya no por las noticias de sucesos, que seguramente los tendremos acostumbrados, sino por la actualidad económica, que oiga, se enteran, son niños pero se enteran, y si no pregúntele al crío quién le acompaña dentro del armario cada noche. ¿El hombre del saco?… quite, quite, está usted muy desfasada, señora… Ahora lo que se lleva es cagarse con la intimidatoria, tétrica y amenazante… ¡Prima de riesgo! Sí, ese miembro de la familia despechado, a quien no invitan ni a las cenas de Nochebuena… O al menos eso deben pensar los niños, y más les vale, porque la verdad sí que es para no pegar ojo en toda la noche.

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