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Feria alternativa 15M
Soy un indignado. Un indignado valenciano, que suena redundante.
La viñeta es una pequeña provocación, lo sé, y representa una exageración del peligro que, en mi opinión, acecha a las acampadas repartidas por todo el país.
Cada tarde bajo a la Plaça del 15 de Maig (anteriormente conocida como Plaza del Ayuntamiento) de Valencia. Sobre las 18 horas ya estoy ahí haciendo bulto, echando un ojo a las diferentes actividades y esperando a que la plaza se llene, como cada día, para aplastar mi culo en caliente cemento y presenciar la asamblea general a las 20 horas.
Hace unos días, en una de esas asambleas, un compañero alentó a los participantes a evitar que las acampadas se convirtieran en «ferias alternativas», evitando distraernos en exceso con las actividades lúdicas y centrándonos en debatir las propuestas que ya están concretadas en un decálogo. «Feria alternativa». No me lo puedo quitar de la cabeza. Y sobre todo después de la jornada de ayer.
Por supuesto que las actividades recreativas son útiles e indudablemente las apoyo, pero en su justa medida. Atraen a la gente. A gente de todas las condiciones y edades. Es un buen cebo para llenar la plaza y aprovechar para conectarles con el verdadero objetivo de las concentraciones. Ya que están aquí, escuchen esto. Ayer, en un mismo día, hubo un taller de yoga, un taller de risoterapia y un curso de iniciación de patinaje.
«Feria alternativa», otra vez retumbando en mi cabeza.
Si se abusa de este tipo de actividades corremos el riesgo de desvituar el origen de la acampada y ofrecemos argumentos a aquellos que no creen en nosotros, aquellos que piensan que estamos en una plaza para pasar el rato entre amigos, para sentirnos importantes, para aparentar mientras tocamos la guitarra a la sombra de una lona. Y sabemos que eso no es así.
Los foros y debates son una buena herramienta para fomentar la participación, pero en la medida de lo posible hay que dirigir las temáticas de los mismos a las propuestas que ya se recogen en el decálogo. El objetivo es concretar y especificar los objetivos y debatir sobre ellos, y generalizar en otras materias nos aleja de ese destino concreto que alcanzar.
Sobre las comisiones también tengo una encontrada opinión. Es necesaria una estructura organizada a través de distintos departamentos, tal y como se está llevando a cabo, para poder sustentar la presencia de los acampados y habilitar las comunicación desde el mismo campamento al exterior. Es por ello que comisiones como la cocina, la comisión jurídica, la sanitaria, comunicación, difusión o incluso la creativa entre otras, son de vital importancia, con el apoyo de las donaciones y el trabajo de los voluntarios, para mantener una estructura sólida y poder dedicar todo el esfuerzo a debatir, definir y preparar propuestas concretas y serias. Ayer mismo, en la asamblea general, se presentó la Comisión de Poesía. Quizá no haya que diversificar los esfuerzos. El objetivo no es fundar un poblado en la plaza con todo tipo de servicios y comodidades dispuestos para el ciudadano. No se trata de crear un mundo ideal a pequeña escala. Nos concentramos para llegar a una conclusión en un tema muy concreto. «Feria alternativa», sal de mi cabeza.
Ayer, en Valencia, todo sea dicho, comenzaron las asambleas en distintos barrios de la capital, saliendo así del limitado entorno de la Plaça del 15 de Maig y consiguiendo una mayor difusión dentro de la ciudad. Buen movimiento de ficha.
Para terminar no quiero haber realizado una crítica, siempre constructiva, sin acompañarla de una propuesta.
En nuestras manos tenemos una carta de presentación incomparable. Un decálogo de propuestas impecable. Centrémonos en cada uno de ellos. Uno por uno. Uno cada día, realizando todo tipo de actividades, incluyendo juegos, sí, pero que fomenten la difusión de cada uno de los puntos incluídos en la lista. Que cada jornada sea dedicada a una propuesta diferente. Que concretemos los debates, los foros y que las actividades lúdicas puedan estar vinculadas en su contenido a los puntos del decálogo. Expliquemos y formemos de manera objetiva a cada uno de los asistentes a la acampada. Que se acerquen, como muchos, por curiosidad, pero que se marchen con las dudas despejadas y con ganas de volver, y no sólo para aprender a patinar.
¡Fuerza!
Actualización 25/05/2011 (Después de la Asamblea): Esta tarde he cogido el micrófono y he participado en la asamblea (para quienes no se lo crean, pincha aquí). He expuesto lo dicho en este post y parece que ha recibido una buena acogida. También he hablado con una integrante de la Comisión de Poesía y hemos llegado a la siguiente conclusión. Este tipo de acciones culturales siempre pueden ser positivas si el mensaje está vinculado de manera directa con los objetivos que se reivindican, y más concretamente con el decálogo a espera de consensuar unos mínimos (#consensodeminimos). Por ello la creatividad, poesía o música son bienvenidos, pero esta misma compañera me comentó que en el día de ayer, un cantautor, tras brindar un concierto en la plaza,ofreció a los espectadores la venta de su disco. Así no.